De intercambio en Madrid

Las aventuras de un SICUE gallego en la Villa y Corte

16.10.06

VÍSPERA

La víspera del Congreso he tenido dos encuentros y una despedida. El primero de los encuentros ha sido inesperado y propiciado por un ascensor estropeado en el que nos quedamos (por breves momentos, a Dios gracias) otro SICUE, un servidor y Gaetano. Gaetano es un histriónico romano (bueno, de Grottaferrata, que no se me enfade) de Erasmus en Madrid. En la semana que lleva aquí ya le ha dado tiempo de marcharse de su primer piso, porque los amigos gays que invitaba su compañero se paseaban por toda la casa en calzoncillos “que ya sé que en España es normal, y no tengo nada contra los gays, pero algo así a los italianos nos ataca a la moral”... En fin. Parece un tipo simpático, a ver.
Más tarde, en la estación de autobuses, he tenido tiempo de hablar diez minutos con cuatro miembros de SEO-Monticola (el grupo local de SEO en la Autónoma) que van también a Elche. Mi primer objetivo era haberme ido con ellos hoy, para no aparecer allí sin conocer a nadie, pero esta tarde había una despedida que no me podía perder...Porque hoy, tras cuatro años de estancia en Santiago, se vuelven a Chile Marcelo, Carola y Martín. Marcelo y yo nos conocimos en 1998 a través del panel de mensajes de Drpez, una página de acuariofilia. Resultó luego que en 2002, al tiempo que comenzaba yo Biología en Santiago, Marcelo, bioquímico, obtuvo una beca predoctoral de cuatro años en la Facultade de Farmacia. Así que, junto con su recién estrenada mujer, Carola, se vinieron también a Compostela. Nunca habría pensado que nos íbamos a encontrar, y de repente encontré un hogar estupendo al que autoinvitarme a comer o a merendar de vez en cuando... Hace dos años se añadió Martín al conjunto y ahora, transformado Marcelo en el Dr. Cortez, cruzan de nuevo el charco, donde por suerte ya tienen casa y trabajo. Nos hemos pasado bastantes horas recordando buenos momentos en el aeropuerto, pero al final he tenido que marcharme a hacer la maleta. Hacía tiempo que no se me escapaban un par de lagrimones, pero creo que la ocasión lo merecía... ¡Hasta pronto, amigos, que Dios os bendiga!