De intercambio en Madrid

Las aventuras de un SICUE gallego en la Villa y Corte

24.8.07

A casa, pero remoloneando

Dos semanas y 3000 Km. más tarde, más delgado y con algo de barba, me alegro de volver a encontrarme con vosotros :-) Y, como los detalles de mi aventura rifeña no van a variar, dejémoslos para mañana.
Tras atracar el martes a las diez de la mañana en el puerto de Málaga y tomar el Talgo a la una, me planté en Madrid llegando ya con retraso a una cita con Javi. Helados, paseos y una siempre interesante charla sobre el futuro y los pájaros a partes iguales. Hablando después con Vero por teléfono, recibí una inesperada invitación para pasarme por Ponferrada de camino a Galicia. No conocía yo de la capital del Bierzo más que la estación de autobuses, así que, consultadas previamente las combinaciones de buses y trenes, ¿por qué no...?
Y no me arrepiento de la decisión tomada; además de la diariamente añorada SLOSS, Ponferrada y sus alrededores tienen mucho que ofrecer. Acompañados de Miranda, una melena con patas que pasa por ser la primita de cinco años de Vero, visitamos esta mañana el Castillo de Cornatel y después el lago de Carucedo. Están esos montes cubiertos de una gran variedad de árboles y arbustos, entremezclándose elementos tanto eurosiberianos como mediterráneos en abigarrado mestizaje vegetal. Abundaban los pies cargados de frutas; guillomos, majuelos, escaramujos, mundillos o endrinos, entre otros, presagian una otoñada rica en alimento.
Tras comer y visitar la villa, la vuelta en tren por la que debe ser una de las vías más bonitas de España. Siempre pegada al Sil, rodea primero los Montes Aquilianos y serpentea al punto bajo las moles del Caurel, dejando atrás aldeítas de tejados negros sepultadas en fragosas umbrías. Pasa luego a la Ribeira Sacra, con sus viñedos aterrazados; y llegada a Os Peares baja hacia Ourense a orillas del Miño más espléndido, una ría dentro de Galicia.
Y después de tanto trajín, mañana, a la aldea.