De intercambio en Madrid

Las aventuras de un SICUE gallego en la Villa y Corte

1.9.07

Hasta luego, Galicia

El lunes está a la vuelta de la esquina, y ante lo inminente de mi partida a Mallorca, de donde previsiblemente no saldré hasta Navidades, he dedicado estos dos últimos días a recorrer Galicia, saludando y despidiéndome a la vez de bastantes amigos biólogos que hacía tiempo que no veía.
El jueves por la mañana me recibió Óscar en la estación de autobuses de Pontevedra. Paseando por las playas de Marín mientras charlábamos de la carrera y de su grupo de música (y viendo de reojo además cómo mi primer zarapito trinador Numenius phaeopus de la temporada 2007/08 sacaba cangrejos de entre las rocas) se nos pasó la mañana volando, y enseguida cambié su compañía por la de Raúl (el que se fue de Erasmus a Azores) y Leo (amigo de Derecho, el único no biólogo de estos días). Tuvimos tiempo de sobra de arreglar el mundo toda la tarde, alrededor de los huesos que quedaron como testimonio de la churrascada preparada en la finca de Raúl (la última de tantas y tantas memorables rauladas celebradas a lo largo de estos cinco años...). Y a las ocho, bus a Santiago.
Siempre es un placer pasar un día en La Estila, pero con el aliciente en esta ocasión de que se encontraba allí Juan Pablo Bujía, porteño y guitarrista, residente del curso 2005/06, que había vuelto de Argentina para realizar un curso de perfeccionamiento durante el mes de agosto. Por la noche tenía un concierto contratado en el “Malas Pécoras”; y oyéndole tocar el Capricho Árabe mientras me llegaba el olor del porro que alguien se estaba fumando en el bar, a punto estuve de dejar escapar una lagrimilla, acordándome de Marruecos...
Hoy fue un día para disfrutar del café, del maravilloso café de La Estila. Dos tazones al desayuno; un café con hielo antes de comer, después de haber pasado la mañana con Tito; y un vaso de delicioso café fredo en la sobremesa, antes del Rosario en el jardín del Colegio Mayor, cada vez más bonito desde que dejé de cuidarlo yo...
Todavía tuve tiempo de ver a María antes de coger el bus y de llegar a Orense justo a tiempo de colaborar (mal que me pese) con el desembarco a la inversa de todos los paquetes que traía mi madre en el coche, recién llegada de la aldea con mis abuelos...
Y mañana, Talgo a Madrid. ¡Nos vemos!